¿Por qué...?

      Después de revisar todas las entradas de nuestro Velociraptor pedagógico, me he podido dar cuenta de que sólo abarcamos el tema de la educación... Es lógico que un blog sobre educación hable sobre ella, pero lo cierto es que hoy me he vuelto loco y quiero haceros una pequeña prueba a ver cuánto sabéis sobre el mundo que nos rodea. Tranquilos, si no sabéis la respuesta no pasa nada, sólo tendréis que acabar de leer el artículo para conocer la respuesta. En fin, ¿preparados... listos...? ¡A responder!

- ¿Por qué la nieve es blanca?

- ¿Por qué el pegamento no se apega cuando el bote está cerrado?

- ¿Por qué tililan las estrellas?

- ¿Por qué no se gasta el agua?

- ¿Cómo respiran los peces?

      Lo siento, pero habéis caído en mi trampa... Si alguno le ha dado al botón de "Leer más", o lo hace porque tiene que corregir el blog, o simplemente porque es humano... ¡y la curiosidad es un elemento fundamental en el aprendizaje humano! Lo que no sabemos es que la vamos perdiendo poco a poco, y esto sucede en la escuela sin que sepamos remediarlo... de hecho, existe un estudio que afirma que a los 5 años prácticamente todos los niños son genios, y que a medida que pasa el tiempo sólo unos pocos siguen siéndolo...

      La verdad es que no es de extrañar que los niños acaben perdiendo el interés por ir a la escuela cuando la única formación que reciben lo más probable es que la olviden al poco tiempo, si no lo han hecho ya. De lo que se aprende en la escuela en verdad poco es de utilidad si no aprendemos a relacionarnos con los demás o a usar herramientas... aunque esto lo aprenden por ellos mismos, porque un chiquillo se construye a si mismo como diría Montessori. No aprende porque está harto de que se les diga lo que han de hacer y lo que no deben de hacer.

      Al cerebro le gusta aprender, el ser humano ha nacido para aprender y goza con ello, pero el conocimiento no se hace repitiendo palabras vacías, sino descubriéndolo. 

      El problema de la escuela es que nos da respuestas "prefabricadas", lo que hace que el alumnado no se pregunte el por qué de las cosas y acaba perdiendo la capacidad de aprender. La escuela está orientada a la respuesta, y la respuesta viene... pero no es el objetivo de la educación. El objetivo de la educación es equivocarse y aprender de los errores que uno comete. Toda persona aprende interactuando y no a través de un currículum... De este modo, se podría decir que el tiempo que uno pasa en la escuela es engañoso en el sentido de que nos mete la idea de que siguiendo una programación se progresará de modo en el que el currículum está planificado...

      Si no se mueve el interés, se generan una especie de autómatas que actúan con el objetivo de conseguir algo. Es un hecho verídico que la escuela nos lleva a tener motivaciones materiales para querer aprender y difícilmente alguien podría entender que alguien quiera aprender simplemente por placer... pero lo cierto es que un niño pequeño no aprende a caminar porque obtendrá un beneficio, sino porque le gusta.

      ¿Cómo puede fomentarse el interés y la motivación? Haciendo que el niño busque la respuesta. La tarea del educador debe consistir en mostrar misterios, hacer que el alumno se sorprenda y busque respuesta, que manipule, y que se equivoque... porque así es como se hace el verdadero conocimiento. 

      En definitiva, en el sistema educativo debería estar mejor valorado el error, pues es lo que de verdad permite el avance... de hecho los grandes avances en la ciencia se han hecho fallando, e incluso se descubrieron cosas por error, como la pólvora.

Se dice que Edison, el inventor de la bombilla, consiguió hacerla
funcionar tras 1000 intentos... Alguien le preguntó: ¿Qué se siente al fracasar
tantas veces seguidas? Su respuesta fue que no fue cuestión de fracasar,
sino que construir la bombilla era un proceso de mil pasos.